viernes, 10 de junio de 2016

Extrañamente desde que comencé a establecer relaciones son los demás, ya en mi adolescencia, nunca entendí cómo debía comportarme frente a ellos. Y es que mi actitud controladora y con déficit de atención siempre esperó y quiso destacarse frente a los demás, poner un punto diferenciador entre ellos y yo. De esta estúpida manera, buscaba la manera de ser útil al resto ¿Cuál es mi aporte, en qué me diferencio y dónde destaco?

Mi actitud ante la relaciones interpersonales no ha evolucionado, ejemplo de ello es que ya a casi de cumplir 30 años, profundizar en nuevas amistades  me es casi impensado. No es que quede en la timidez, de hecho soy todo lo contrario. Pero tras un saludo, un llamado de teléfono, un mensaje por Facebook o compartir unas copas, queda en eso. Sólo en el momento y no evoluciona.

No se si inconscientemente coloco una barrera para no ampliar mi espectro de amistades, claro ejemplo es que mis amigos/amigas son los mismos que hace más de 12 años,  pero de verdad trato de esforzarme para crear nuevos lazos,  hasta que llega ese camino que no puedo atravesar. Una línea imaginaria que establezco desde mi frente para que el otro no me afecte. 

Esta dificultad por profundizar en la relaciones ha llegado a tal punto que me cuesta actuar y establecer una buen relación con los compañeros de trabajo, aún así no con mis superiores. Y no es que quiera sentir ser la "consentida del profesor", tal vez es porque los escucho conversar e involuntariamente los juzgo, los cuestiono hasta llegar al punto del colapso.

No es que trate mal, no coopere o no quiera trabajar en grupo, sino que más allá de las ocho horas de oficina, generar algo para compartir fuera de la jornada, como lo hace cualquier persona normal, es imposible para mí.

Creerán que soy una loca, amargada que ve a todos por debajo del hombro...pero aunque no lo crean no lo soy. Pero ¿Por qué no puedo dar el primer paso? 

Sin duda soy una inmadura si hablamos de las relaciones interpersonales, y es a cualquier nivel. Pasar unas horas y compartir con mi familia paterna o materna, intercambiar diálogos con mis hermanas, no soporto más que unas cuántas horas. Es en ese momento cuando comienzo a establecer adjetivos y prejuicios en la frente de los demás "egoísta", "ególatra", "falso", "mentirosa"...y al hacerlo, sinceramente siento presión, una presión que me lleva al límite. Un sentimiento de irá al hacerlo, pero es inevitable. Dan ganas de escapar, de correr de ese lugar y al fin respirar.

Sinceramente siento que no fui hecha para vivir en sociedad. No se si ésto me molesta, incomoda o me da igual. Creo que si estoy escribiendo esto es porque de cierta manera me importa...o sólo me importa no afectar a los demás con lo que siento. A veces es más fácil aislarse, quedarse con estos pensamientos y verlos desde lejos, como ríen, comparten y forman lazos unos a otros, mientras yo me quedo fuera de ese círculo. Que no me importe, que no me afecte y que pueda seguir adelante.

Eso lo que hago y seguiré haciendo hasta que sepa controlarme y madurar.